Después de Salazie decidimos continuar la excursión y tras volver a la autovía que rodea la isla nos dirigimos a La Plaine des Cafres, localidad en el centro de la isla con el fin de cruzarla. El espectáculo de verdes no parecía decaer, más bien al contrario nos encontramos con bosques de helechos arborescentes que recordaban un paisaje quizás primitivo. Solo había visto hasta ahora algunos ejemplares juntos en algún jardín botánico, pero este era insuperable.
El camino se hizo bastante ameno, quizás con muchas curvas pero una carretera en buen estado.
Finalmente llegamos al otro extremo de la isla desde donde era relativamente fácil volver a Saint Guilles. Pero aún nos quedaba una sorpresa: avistamiento de ballenas desde la costa. Se podían divisar como, con toda tranquilidad avanzaban a su ritmo.
El camino se hizo bastante ameno, quizás con muchas curvas pero una carretera en buen estado.
Finalmente llegamos al otro extremo de la isla desde donde era relativamente fácil volver a Saint Guilles. Pero aún nos quedaba una sorpresa: avistamiento de ballenas desde la costa. Se podían divisar como, con toda tranquilidad avanzaban a su ritmo.
