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martes, 14 de agosto de 2012

Sri lanka: Sigiriya

Día 8 de julio: Nos toca levantarnos temprano y apenas sin desayunar nos cogemos un tuc tuc hasta la estación de autobuses. De nuevo vamos a utilizar este transporte para movernos y cambiar de zona. Hemos decidido dejar Kandy e ir a Dambulla. El autobus sale nada más llegar nosotros, casi parecia que nos estaba esperando y por un precio irrisorio paralelo a la calidad del mismo, partimos... El paisaje va cambiando segun nos dirigimos hacia el norte para hacerse más arido (tropicalmente hablando). Al llegar a Dambulla, nada más bajarnos nos acosan los tuctuc, asi que un respiro y a negociar con ellos. Hemos parado en una avenida con un calor increible y una sensación de sabana africana bastante notable. Finalmente cogemos un tuctuc que promete llevarnos a una guest house, despues a Sigiriya, por la tarde a las cuevas de Dambulla y buscarnos un buen restaurante donde comer y tiendas para hacer compras. !la hostia!, en segundos pasamos de no saber donde estamos a tener todo el día ocupado al segundo. Acordamos un precio bastante razonable y nos ponemos en marcha. Lo primero la guest house, nada de lujos: habitación, cama, baño estilo srilankes y un pequeño jardin. En realidad se trata de unas habitaciones nuevas, anejas a una casa bastante más cutre, pero que nos valen para pasar una noche. El precio unas 3000 rp y negociando consigo que nos incluya desayuno. Cada vez me sorprendo más de mis dotes negociadoras...



  Dejamos equipaje y rapidamente salimos para Sigiriya, ya son más de las 10 y el sol esta apretando de lo lindo. Cuando nos acercamos me impacta la imagen de la enorme roca que tantas veces he visto en internet, pero empiezo a sudar solo con pensar que hay que subir allí arriba. 
 La entrada al monumento es algo disparatada, los locales solo pagan unas rupias y los guiris 25 dolares, eso si en el ticket te agradecen la "donación voluntaria", los muy jodios... Vemos una serie de estanques que están en lo que parecen unos jardines abrasados por el sol y llegamos hasta la base de la roca. 







 
 
 Una infinidad de escaleras nos esperan sin tregua, así que empezamos a subir. Es agotador por el calor. Vemos monos (macacos y de otro tipo que no recuerdo), muchos lagartos y seguimos subiendo. 





 De pronto tras subir por unas escaleras de caracol y soportando algunos olores humanos, llegamos a una especie de cueva con unas pinturas en su interior de lo más sensuales, magnificas, increíbles... que parecen representar a princesas, doncellas con los pechos al aire. Están realizadas con tintes naturales y a pesar d ser antiquísimas aún perduran en toda su belleza. 







 Salimos de allí y vuelta a la ascensión hasta llegar a una entrada un tanto espectacular, parece la zona alta de lo que fue un palacio y aun queda una infinidad de escaleras. 

 Pronto divisamos algo a lo que le tenia pánico, los avisperos de Sigiriya, pero parecen estar en calma. Hay carteles de no hacer ruido para no molestarlas, cabreadas pueden ser un autentico problema. 


 Y por fin la recompensa, llegamos arriba. La palabra sudor se queda casi sin significado frente a lo que sufrimos... el calor es tremendo, pero en alguna zona corre algo de viento y ... como refresca. El paisaje es espectacular. Se ven al fondo las montañas, los jardines de la zona baja, un buda a lo lejos en mitad de un bosque y mucha calma...










 Y la bajada, más cómoda y menos cansada, aunque quizas me recordaba algo las romerías....

 Entrada principal de la zona alta del palacio vista desde arriba



 Tras comer en un restaurante al gusto occidental (que no sabéis lo que se agradece, con cerveza muy fresquita..) el chofer-guía nos llevo a un establecimiento de artesanía de madera y después a otro donde confeccionaban batic. La chica que me atendió y que me vendió un saron accedió a posar para unas fotos